domingo, 2 de septiembre de 2018

SOMOS SOCIALISTAS...O QUÉ?


              Ha llegado Septiembre y ha comenzado  la batalla de los presupuestos con el consiguiente debate sobre las subidas de algunos impuestos que ha anunciado el gobierno socialista de Pedro Sanchez y que ya han provocado una reacción en cadena de todos los partidos políticos.
              El PP y Ciudadanos se desgañitan clamando contra el “supuesto saqueo fiscal” del gobierno socialista.
             Así que tendremos que sacar a relucir nuestros valores socialdemócratas en apoyo de la redistribución de la riqueza y la solidaridad, sin tibiezas de ningún tipo.
            A continuación, algunas notas sobre la situación actual de la fiscalidad en España que ayudan a comprender los serios desajustes fiscales en nuestro país y la necesidad de mejora de la recaudación fiscal.

No debería ser necesario recordar a estas alturas una de las máximas de la socialdemocracia : la justa  redistribución de la riqueza.
Y en socialdemocracia no hay otra forma de distribuir equitativamente la riqueza que mediante un instrumento fiscal progresista y progresivo que financie los servicios públicos básicos : sanidad, educación, protección social, pensiones, etc. Al respecto y lamentablemente, en España nos queda aún bastante camino que recorrer en este sentido. 

En el contexto de nuestro entorno social y económico de los países desarrollados de la Unión Europea, la fiscalidad española ostenta el farolillo rojo, con una presión fiscal efectiva anual que no llega al 34% de la riqueza creada en el país.



Y como consecuencia directa de esa baja recaudación fiscal, el Gasto Público de España (el que financia la sanidad y los demás servicios públicos), también figura en el pelotón de cola entre los países europeos, con una tasa de gasto público del 41% del PIB nacional, sólo por delante de Chequia e Irlanda y a  años luz de Francia, por ejemplo.
Y no hay más cera que la que arde : poca presión fiscal, poco gasto público…escasa financiación para la sanidad pública.

Subir impuestos siempre es impopular y en época electoral todavía más. Pero por lo menos no debería ser tan impopular entre nosotros, los socialdemócratas, a pesar de que algún alto dirigente socialista absolutamente desnortado llegara a proclamar hace pocos años  la estupidez de que “bajar impuestos también es progresista”.
Así que volvamos al principio : el país entero (sus trabajadores y sus empresas en conjunto) pagan efectivamente pocos impuestos.
Y los datos ofrecidos al principio se basan en la recaudación fiscal efectiva, el dinero que realmente llega a las arcas del Estado, no el que teóricamente debería llegar.
No tienen nada que ver con los tipos impositivos teóricos sobre el IRPF, el IVA, el Impuesto de Sociedades, los Impuestos Especiales, las cargas de la Seguridad Social o cualquier otro. Porque una cosa es la teoría y otra muy distinta la práctica.
Queremos repetir una vez más, a ver si logramos establecer una opinión correcta y bien informada, especialmente entre nosotros los socialdemócratas : en este país llamado España se recauda poco a nivel fiscal. Si queremos alcanzar los standards sociales europeos tenemos que conseguir incrementar la presión fiscal efectiva sobre la riqueza creada.
Sólo cuando estemos de acuerdo en esa premisa tan básica podremos discutir los “detalles” : quién tiene que pagar más, cómo deben ser los tipos impositivos, cómo acercar la realidad fiscal efectiva a la fiscalidad teórica, etc., etc.
En el otro bando está la derecha, o las derechas : el sálvese quien pueda y al que le vengan mal dadas que se apañe.
En cualquier caso, ya podemos adelantar una primera respuesta general : prácticamente TODOS tenemos que pagar más impuestos…si de verdad creemos en la  socialdemocracia y en la justa redistribución de la riqueza mediante la extensión de los servicios públicos.
Pero antes de analizar punto por punto las principales figuras impositivas, es muy conveniente (y pedagógico…) echar un vistazo a la estructura global de la recaudación fiscal en España. En 2016, la estructura fue la siguiente :
. la mayor fuente de financiación de la hacienda pública española fue el Impuesto sobre la Renta de las Personas Físicas (IRPF), que aportó el 38,3% del total, hasta 70.000 millones de euros.
. en segundo lugar el Impuesto sobre el Valor Añadido (IVA), que aportó el 35,3% del total con 64.400 millones de euros
. ya muy por detrás de los anteriores aparecen el Impuesto sobre el Beneficio de las Empresas, con una aportación del 12,1%  (22.100 millones) y los Impuestos Especiales, con una cuota del 11,1% (20.200 millones)
. el resto es una amalgama de impuestos específicos que aportan unos 6.000 millones de euros, el 3.3% del total.
LA FISCALIDAD SOBRE LOS TRABAJADORES : el IRPF
Por ejemplo, los trabajadores. Es obvio que hay trabajadores, muchos, muchísimos, cuyos ingresos mensuales están por debajo de los mil euros. No son esos los que deberían pagar más impuestos, naturalmente.
Pero vayamos al salario medio : en España se paga menos IRPF que en Europa.
Por ejemplo, un trabajador soltero y sin cargas familiares, que perciba el salario medio español sufre un tipo impositivo del IRPF del 11,6%. La mitad que un trabajador belga.


Eso para el salario medio. Si analizamos  los salarios más altos, la situación se reproduce.

Con un tipo marginal máximo del 45%, los salarios altos tienen en España un IRPF de los más bajos de Europa, solo superior al de Chequia, Hungría, Rumania y Polonia.
Y todavía más sobre los trabajadores : la cuota de la Seguridad Social, que técnicamente no es un impuesto, pero que en la práctica actúa como tal. 
En España, la cuota básica homologable de la Seguridad Social es del 4,9% sobre la nómina de los trabajadores. La más baja de Europa sin excepciones.
Si sumamos el IRPF y la cuota de la Seguridad Social, los trabajadores españoles son los que menos cargas fiscales sufren sobre su nómina, con una media del 16,5% sobre el total salarial bruto en el caso de los que cobran el salario medio.
Así que, a pesar de que no sea muy popular, deberíamos asumir que en el capítulo de la fiscalidad sobre los trabajadores todavía hay margen para mejorar la recaudación fiscal…y contribuir a la justa redistribución de la riqueza.
Que no lo asuman el Partido Popular, Ciudadanos o las derechas nacionalistas es comprensible. Estas formaciones políticas no creen en la solidaridad ni están a favor de la redistribución de la riqueza.
Pero que no lo asumamos los socialdemócratas sería escandaloso, además de incoherente con nuestros principios y valores.


LA FISCALIDAD SOBRE LAS EMPRESAS : EL IMPUESTO DE SOCIEDADES

En cuanto a la fiscalidad sobre las empresas, el otro pilar del sistema fiscal…hay mucha tela que cortar. Muchísima.
Baste decir que la contribución de todos los trabajadores españoles al total de los ingresos fiscales reales del Estado es TRES veces superior a la aportación del conjunto de las empresas. Ahí queda eso!
            Y el caso es que en España el tipo impositivo sobre los beneficios empresariales es del 25%, en la zona media del conjunto de los países de la Unión Europea, justo el mismo que en Holanda o Austria…aunque en Francia y Bélgica es del 34% y en Alemania, Portugal o Grecia está alrededor del 30%.
            Siempre se pueden hacer ajustes pero no parece razonable incrementar sensiblemente el tipo impositivo del Impuesto de Sociedades porque muy rápidamente las empresas que efectivamente lo pagaran perderían competitividad en el entorno europeo.
El caso es que si el conjunto de todas las empresas españolas pagaran a Hacienda ese 25% sobre sus beneficios anuales, el sistema fiscal español casi tendría superavit y se habrían acabado los recortes en los servicios públicos, incluída la sanidad.
Pero lamentablemente no es así.
La legislación fiscal española establece una amplísima panoplia de reducciones, bonificaciones y exenciones sobre el tipo nominal del 25% cuyo resultado final es que sólo una parte minoritaria de las empresas se ve afectada por la imposición del 25%.
Esas bonificaciones tienen su razón de ser, en la mayoría de los casos, en medidas encaminadas a facilitar la contratación laboral, especialmente la contratación fija o de grupos laborales especialmente desfavorecidos (parados de larga duración, discapacitados, jóvenes, mujeres, mayores de 45 años, etc.).
En la práctica esas medidas han demostrado un muy escaso nivel de eficacia en relación a los objetivos que se perseguían. Han servido para abaratar la contratación y los costes laborales, mejorar la tasa de beneficios de las empresas y poco más.
Hay serias discrepancias entre los expertos sobre cuánto pagan a Hacienda realmente las empresas por los beneficios que obtienen.
            En 2014, cuando el tipo impositivo nominal era del 30%,  el ministro de Hacienda Cristobal Montoro dijo que la recaudación efectiva sobre los beneficios empresariales era del 15% para el conjunto de las empresas y de sólo el 7,5% en el caso de los grandes grupos consolidados.
            En 2018, ya con el tipo impositivo del 25%,  la ministra Montero ha llegado a afirmar que la recaudación media efectiva estaba alrededor del 13%.
Tanto un caso como otro necesitan serias matizaciones. La principal es que independientemente de la potente ingeniería fiscal que practican los grandes grupos empresariales, la triste realidad para la Hacienda pública española es que esos grandes conglomerados empresariales obtienen la mayor parte de sus beneficios en el extranjero y, por tanto, no los cotizan en España sino en los países donde los obtienen, como debe ser.
De hecho, la AEDAF (Asociación Española de Asesores Fiscales), utilizando los datos públicos de la Agencia Tributaria, llega a la conclusión de que sobre los beneficios empresariales obtenidos en España, la recaudación efectiva es del 19,2%, ciertamente lejos del teórico 25% pero no tanto como señalan Montoro y Montero.
Y es que el caso de las grandes corporaciones “españolas” es espectacular.

El españolísimo Banco de Santander obtiene en España tan solo el 12% de los beneficios generados en su red mundial, que en total fueron 6.204 mill.€. Y lógicamente cotiza a la hacienda española por ese 12%, por un total de 744 mill.€ de beneficios.

El otro gran banco “español”, el BBVA resulta ser un poco más “español” en su generación de beneficios. Pero no demasiado : sólo el 25% de los mismos se generan en España. Y por tanto, solo cotiza en España por ese 25% de los beneficios que obtiene en todo  el mundo.

Pero no se trata solo de los bancos : lo mismo ocurre con las otras grandes multinacionales españolas.
La petrolera Repsol, por ejemplo. Solo obtiene en España menos del 25% de sus beneficios globales.
O Telefónica : igualmente, menos del 25% de su volumen de operaciones es español.


También las grandes constructoras, como ACS, cuyo volumen de negocio en España es poco más de la mitad del total.
Se trata de un fenómeno que afecta a todos los grandes grupos empresariales españoles y que ayuda a comprender las confusiones que se crean respecto a la baja tasa de recaudación fiscal efectiva sobre los beneficios globales de estas corporaciones.

Antes de poner el grito en el cielo por estas prácticas, conviene recordar que lo mismo ocurre, pero en sentido contrario, con las grandes empresas extranjeras establecidas en España : pagan a la hacienda española por los beneficios obtenidos en España.
Así que cuenta con paga, probablemente. Es difícil hacer un cálculo, pero quizás salgamos ganando con nuestra adhesión a los convenios internacionales de doble imposición.
En cualquier caso se hace imprescindible revisar a fondo el sistema español de reducciones, exenciones y bonificaciones a las empresas respecto al impuesto de sociedades.
Hay considerables mejoras a realizar, solo con eliminar todo lo que se ha demostrado inútil en aras de mejorar la contratación laboral.

LA FISCALIDAD DEL IVA
Como sabemos, este impuesto indirecto es el menos progresista de todos los impuestos, porque grava por igual a pobres que a ricos, a empresas que obtienen grandes beneficios y a las que están con el agua al cuello.
El tipo general de IVA en España es del 21% y se sitúa en la media europea. Alemania, Francia, el Reino Unido o Bélgica lo tienen uno o dos puntos más bajo mientras que Italia lo tiene un punto más alto y los países nórdicos lo tienen entre 3 y 6 puntos superior.
Lo mismo ocurre con los tipos reducido y superreducido.
La tentación de los gobiernos de incrementar el IVA siempre es muy grande porque produce efectos inmediatos en la recaudación fiscal, desde el día siguiente al incremento. Pero no contribuye directamente a la redistribución de la riqueza sino todo lo contrario.

Los socialdemócratas no estamos por incrementar el IVA.

LOS IMPUESTOS ESPECIALES (Carburantes, Tabaco, Alcohol, Electricidad, Carbón…)
            Generalmente mal conocidos, los Impuestos Especiales son impuestos indirectos sobre el consumo, como el IVA, pero cuya particularidad es que solo gravan consumos específicos.
Se trata de una figura impositiva verdaderamente importante : la recaudación efectiva  (20.212 mill.€) representa más del 11% de la recaudación total del estado y es de una magnitud parecida a la recaudación del Impuesto de Sociedades.
En España, en 2017, las recaudaciones fiscales por ese concepto fueron:

Mill.€
ELECTRICIDAD
12.890
HIDROCARBUROS
10.527
TABACO
6,768
ALCOHOL
869
CERVEZA
328
CARBON
230

Las posibilidades de mejorar la recaudación fiscal son muy diferentes de un tipo a otro. Siempre hay que recordar que al tratarse de Impuestos Indirectos son nada progresivos y, por tanto, esencialmente injustos, al afectar por igual a las rentas altas que a las bajas.
En cualquier caso, el análisis comparativo con Europa muestra algunas claras  posibilidades de mejora en la recaudación.
En el Impuesto Especial sobre la Electricidad, el más importante de todos, la fiscalidad que aplica España (21,49%) es de las más bajas de Europa.
En una situación fiscal tan crítica como la española, ese impuesto sobre la electricidad debería equipararse a la media de Europa.
Lamentablemente, una subida del tipo impositivo redundaría seriamente en el precio al consumidor…que ya es de los más altos de Europa a causa de la composición de nuestro mix  de generación energética.
Para un consumidor español doméstico standard (menos de 5000 kwh), el precio en 2017 fue de 0,228 euros por Kwh. En Francia, 0,171€/ kwh y en el Reino Unido, 0,183.
Hasta que en España no se racionalice drásticamente el sistema de fijación del precio de la electricidad…hay pocas posibilidades de incrementar el tipo impositivo sobre el consumo.

En cuanto al Impuesto Especial sobre Hidrocarburos, la fiscalidad española es, de nuevo, de las más “generosas” para con los consumidores.

En cuanto a la gasolina standard Sin Plomo de 95 octanos, con una imposición fiscal del 52,07%, sólo tenemos con impuestos más bajos a las “joyas de la corona” : Rumanía, Polonia y Hungría.
Por lo que respecta al Diésel, la fiscalidad sencillamente la más generosa : una imposición fiscal del 47,23%.
Con razón España “presume” de tener el Diésel más barato de Europa y una de las gasolinas más baratas. Así, cualquiera.
Es evidente que en el campo de los Impuestos Especiales sobre los Hidrocarburos hay todavía un amplísimo margen de mejora de la recaudación fiscal. Será muy impopular, como siempre, pero es imprescindible.

Y en relación a los Impuestos Especiales sobre el Tabaco y el Alcohol… no hay explicación racional para que España siga siendo el paraíso europeo de los precios baratos por lo que respecta a fumar y beber. Una generosidad que, en buena parte, se debe a la baja imposición fiscal sobre estos productos.

Así que cuando en Septiembre comience la batalla de los presupuestos y el consiguiente debate sobre las subidas de impuestos, cuando el PP y Ciudadanos se desgañiten clamando contra el “supuesto saqueo fiscal” del gobierno socialista…tendremos que sacar a relucir nuestros valores socialdemócratas en apoyo de la redistribución de la riqueza y la solidaridad, sin tibiezas de ningún tipo.
Somos socialistas…o qué?

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