Ha llegado Septiembre y ha comenzado la batalla de los presupuestos con el consiguiente debate sobre las subidas de algunos impuestos que ha anunciado el gobierno socialista de Pedro Sanchez y que ya han provocado una reacción en cadena de todos los partidos políticos.
El PP y Ciudadanos se desgañitan clamando contra el “supuesto saqueo fiscal” del gobierno socialista.
Así que tendremos que sacar a relucir nuestros valores socialdemócratas en apoyo de la redistribución de la riqueza y la solidaridad, sin tibiezas de ningún tipo.
A continuación, algunas notas sobre la situación actual de la fiscalidad en España que ayudan a comprender los serios desajustes fiscales en nuestro país y la necesidad de mejora de la recaudación fiscal.
No
debería ser necesario recordar a estas alturas una de las máximas de la
socialdemocracia : la justa redistribución de la riqueza.
Y en
socialdemocracia no hay otra forma de distribuir equitativamente la riqueza que
mediante un instrumento fiscal progresista y progresivo que financie los
servicios públicos básicos :
sanidad, educación, protección social, pensiones, etc. Al
respecto y lamentablemente, en España nos queda aún bastante camino que
recorrer en este sentido.
En el
contexto de nuestro entorno social y económico de los países desarrollados de
la Unión Europea, la fiscalidad española ostenta el farolillo rojo, con una
presión fiscal efectiva anual que no llega al 34%
de la riqueza creada en el país.
Y como
consecuencia directa de esa baja recaudación fiscal, el Gasto Público de España
(el que financia la sanidad y los demás servicios públicos), también figura en
el pelotón de cola entre los países europeos, con una tasa de gasto público del
41% del PIB nacional, sólo por delante de Chequia e Irlanda y a años luz de Francia, por ejemplo.
Y no hay más cera
que la que arde : poca presión
fiscal, poco gasto público…escasa financiación para la sanidad pública.
Subir
impuestos siempre es impopular y en época electoral todavía más. Pero por lo
menos no debería ser tan impopular entre nosotros, los socialdemócratas, a
pesar de que algún alto dirigente socialista absolutamente desnortado llegara a
proclamar hace pocos años la estupidez
de que “bajar impuestos también es progresista”.
Así que
volvamos al principio : el país entero (sus trabajadores y sus empresas en
conjunto) pagan efectivamente pocos impuestos.
Y los
datos ofrecidos al principio se basan en la recaudación fiscal efectiva, el
dinero que realmente llega a las arcas del Estado, no el que teóricamente
debería llegar.
No
tienen nada que ver con los tipos impositivos teóricos sobre el IRPF, el IVA,
el Impuesto de Sociedades, los Impuestos Especiales, las cargas de la Seguridad
Social o cualquier otro. Porque una cosa es la teoría y otra muy distinta la
práctica.
Queremos
repetir una vez más, a ver si logramos establecer una opinión correcta y bien
informada, especialmente entre nosotros los socialdemócratas : en este país llamado España se
recauda poco a nivel fiscal. Si queremos alcanzar los standards sociales
europeos tenemos que conseguir incrementar la presión fiscal efectiva sobre la
riqueza creada.
Sólo
cuando estemos de acuerdo en esa premisa tan básica podremos discutir los
“detalles” : quién tiene que pagar
más, cómo deben ser los tipos impositivos, cómo acercar la realidad fiscal
efectiva a la fiscalidad teórica, etc., etc.
En el
otro bando está la derecha, o las derechas :
el sálvese quien pueda y al que le vengan mal dadas que se apañe.
En
cualquier caso, ya podemos adelantar una primera respuesta general : prácticamente TODOS tenemos que pagar
más impuestos…si de verdad creemos en la socialdemocracia y en la justa redistribución
de la riqueza mediante la extensión de los servicios públicos.
Pero
antes de analizar punto por punto las principales figuras impositivas, es muy
conveniente (y pedagógico…) echar un vistazo a la estructura global de la
recaudación fiscal en España. En 2016, la estructura fue la siguiente :
. la mayor fuente de financiación de la
hacienda pública española fue el Impuesto sobre la Renta de las Personas
Físicas (IRPF), que aportó el 38,3% del total, hasta 70.000 millones de euros.
. en segundo lugar el Impuesto sobre el Valor
Añadido (IVA), que aportó el 35,3% del total con 64.400 millones de euros
. ya muy por detrás de los anteriores
aparecen el Impuesto sobre el Beneficio de las Empresas, con una aportación del
12,1% (22.100 millones) y los Impuestos Especiales,
con una cuota del 11,1% (20.200 millones)
. el resto es una amalgama de impuestos
específicos que aportan unos 6.000 millones de euros, el 3.3% del total.
LA FISCALIDAD SOBRE LOS TRABAJADORES : el IRPF
Por
ejemplo, los trabajadores. Es obvio que hay trabajadores, muchos, muchísimos,
cuyos ingresos mensuales están por debajo de los mil euros. No son esos los que
deberían pagar más impuestos, naturalmente.
Pero
vayamos al salario medio : en España
se paga menos IRPF que en Europa.
Por ejemplo,
un trabajador soltero y sin cargas familiares, que perciba el salario medio
español sufre un tipo impositivo del IRPF del 11,6%. La mitad que un
trabajador belga.
Eso
para el salario medio. Si analizamos los
salarios más altos, la situación se reproduce.
Con un
tipo marginal máximo del 45%, los salarios altos tienen en España un IRPF de los más
bajos de Europa, solo superior al de Chequia, Hungría, Rumania y Polonia.
Y
todavía más sobre los trabajadores :
la cuota de la Seguridad Social, que técnicamente no es un impuesto, pero que
en la práctica actúa como tal.
En España, la cuota básica homologable de la
Seguridad Social es del 4,9% sobre la nómina de los trabajadores. La más baja de Europa
sin excepciones.
Si sumamos
el IRPF y la cuota de la Seguridad Social, los trabajadores españoles son los
que menos cargas fiscales sufren sobre su nómina, con una media del 16,5% sobre el total
salarial bruto en el caso de los que cobran el salario medio.
Así
que, a pesar de que no sea muy popular, deberíamos asumir que en el capítulo de
la fiscalidad sobre los trabajadores todavía hay margen para mejorar la
recaudación fiscal…y contribuir a la justa redistribución de la riqueza.
Que no
lo asuman el Partido Popular, Ciudadanos o las derechas nacionalistas es
comprensible. Estas formaciones políticas no creen en la solidaridad ni están a
favor de la redistribución de la riqueza.
Pero
que no lo asumamos los socialdemócratas sería escandaloso, además de
incoherente con nuestros principios y valores.
LA FISCALIDAD SOBRE LAS EMPRESAS : EL IMPUESTO DE
SOCIEDADES
En
cuanto a la fiscalidad sobre las empresas, el otro pilar del sistema fiscal…hay
mucha tela que cortar. Muchísima.
Baste
decir que la contribución de todos los trabajadores españoles al total de los
ingresos fiscales reales del Estado es TRES veces superior a la aportación del
conjunto de las empresas. Ahí queda eso!
Y el caso es que en España el tipo
impositivo sobre los beneficios empresariales es del 25%, en la zona media
del conjunto de los países de la Unión Europea, justo el mismo que en Holanda o
Austria…aunque en Francia y Bélgica es del 34% y en Alemania, Portugal o Grecia está
alrededor del 30%.
Siempre se pueden hacer ajustes pero
no parece razonable incrementar sensiblemente el tipo impositivo del Impuesto
de Sociedades porque muy rápidamente las empresas que efectivamente lo pagaran
perderían competitividad en el entorno europeo.
El caso
es que si el conjunto de todas las empresas españolas pagaran a Hacienda ese 25% sobre sus
beneficios anuales, el sistema fiscal español casi tendría superavit y se
habrían acabado los recortes en los servicios públicos, incluída la sanidad.
Pero lamentablemente
no es así.
La
legislación fiscal española establece una amplísima panoplia de reducciones,
bonificaciones y exenciones sobre el tipo nominal del 25% cuyo resultado
final es que sólo una parte minoritaria de las empresas se ve afectada por la
imposición del 25%.
Esas
bonificaciones tienen su razón de ser, en la mayoría de los casos, en medidas
encaminadas a facilitar la contratación laboral, especialmente la contratación
fija o de grupos laborales especialmente desfavorecidos (parados de larga
duración, discapacitados, jóvenes, mujeres, mayores de 45 años, etc.).
En la
práctica esas medidas han demostrado un muy escaso nivel de eficacia en
relación a los objetivos que se perseguían. Han servido para abaratar la
contratación y los costes laborales, mejorar la tasa de beneficios de las
empresas y poco más.
Hay
serias discrepancias entre los expertos sobre cuánto pagan a Hacienda realmente
las empresas por los beneficios que obtienen.
En 2014, cuando el tipo impositivo
nominal era del 30%, el ministro de
Hacienda Cristobal Montoro dijo que la recaudación efectiva sobre los
beneficios empresariales era del 15% para el conjunto de las empresas y de sólo
el 7,5% en el caso de los
grandes grupos consolidados.
En 2018, ya con el tipo impositivo
del 25%, la ministra Montero ha llegado a afirmar que
la recaudación media efectiva estaba alrededor del 13%.
Tanto
un caso como otro necesitan serias matizaciones. La principal es que
independientemente de la potente ingeniería fiscal que practican los grandes
grupos empresariales, la triste realidad para la Hacienda pública española es
que esos grandes conglomerados empresariales obtienen la mayor parte de sus
beneficios en el extranjero y, por tanto, no los cotizan en España sino en los
países donde los obtienen, como debe ser.
De
hecho, la AEDAF (Asociación Española de Asesores Fiscales), utilizando los
datos públicos de la Agencia Tributaria, llega a la conclusión de que sobre los
beneficios empresariales obtenidos en España, la recaudación efectiva es del
19,2%, ciertamente lejos
del teórico 25%
pero no tanto como señalan Montoro y Montero.
Y es
que el caso de las grandes corporaciones “españolas” es espectacular.
El
españolísimo Banco de Santander obtiene en España tan solo el 12% de los beneficios
generados en su red mundial, que en total fueron 6.204 mill.€. Y lógicamente
cotiza a la hacienda española por ese 12%, por un total de 744 mill.€ de
beneficios.
El otro
gran banco “español”, el BBVA resulta ser un poco más “español” en su
generación de beneficios. Pero no demasiado : sólo el 25% de los mismos se generan en España. Y por tanto, solo
cotiza en España por ese 25% de los beneficios que obtiene en todo el mundo.
Pero no
se trata solo de los bancos : lo
mismo ocurre con las otras grandes multinacionales españolas.
La
petrolera Repsol, por ejemplo. Solo obtiene en España menos del 25% de sus
beneficios globales.
O
Telefónica : igualmente, menos del
25% de su volumen de
operaciones es español.
También
las grandes constructoras, como ACS, cuyo volumen de negocio en España es poco
más de la mitad del total.
Se
trata de un fenómeno que afecta a todos los grandes grupos empresariales
españoles y que ayuda a comprender las confusiones que se crean respecto a la
baja tasa de recaudación fiscal efectiva sobre los beneficios globales de estas
corporaciones.
Antes
de poner el grito en el cielo por estas prácticas, conviene recordar que lo
mismo ocurre, pero en sentido contrario, con las grandes empresas extranjeras
establecidas en España : pagan a la
hacienda española por los beneficios obtenidos en España.
Así que
cuenta con paga, probablemente. Es difícil hacer un cálculo, pero quizás
salgamos ganando con nuestra adhesión a los convenios internacionales de doble
imposición.
En
cualquier caso se hace imprescindible revisar a fondo el sistema español de
reducciones, exenciones y bonificaciones a las empresas respecto al impuesto de
sociedades.
Hay
considerables mejoras a realizar, solo con eliminar todo lo que se ha
demostrado inútil en aras de mejorar la contratación laboral.
LA FISCALIDAD DEL IVA
Como
sabemos, este impuesto indirecto es el menos progresista de todos los
impuestos, porque grava por igual a pobres que a ricos, a empresas que obtienen
grandes beneficios y a las que están con el agua al cuello.
El tipo
general de IVA en España es del 21% y se sitúa en la media europea. Alemania,
Francia, el Reino Unido o Bélgica lo tienen uno o dos puntos más bajo mientras
que Italia lo tiene un punto más alto y los países nórdicos lo tienen entre 3 y
6 puntos superior.
Lo
mismo ocurre con los tipos reducido y superreducido.
La
tentación de los gobiernos de incrementar el IVA siempre es muy grande porque
produce efectos inmediatos en la recaudación fiscal, desde el día siguiente al
incremento. Pero no contribuye directamente a la redistribución de la riqueza
sino todo lo contrario.
Los
socialdemócratas no estamos por incrementar el IVA.
LOS IMPUESTOS ESPECIALES (Carburantes, Tabaco, Alcohol,
Electricidad, Carbón…)
Generalmente mal
conocidos, los Impuestos Especiales son impuestos indirectos sobre el consumo,
como el IVA, pero cuya particularidad es que solo gravan consumos específicos.
Se
trata de una figura impositiva verdaderamente importante : la recaudación efectiva (20.212 mill.€) representa más del 11% de la recaudación
total del estado y es de una magnitud parecida a la recaudación del Impuesto de
Sociedades.
En España, en 2017, las recaudaciones fiscales por ese concepto fueron:
Mill.€
|
|
ELECTRICIDAD
|
12.890
|
HIDROCARBUROS
|
10.527
|
TABACO
|
6,768
|
ALCOHOL
|
869
|
CERVEZA
|
328
|
CARBON
|
230
|
Las
posibilidades de mejorar la recaudación fiscal son muy diferentes de un tipo a
otro. Siempre hay que recordar que al tratarse de Impuestos Indirectos son nada
progresivos y, por tanto, esencialmente injustos, al afectar por igual a las
rentas altas que a las bajas.
En
cualquier caso, el análisis comparativo con Europa muestra algunas claras posibilidades de mejora en la recaudación.
En el Impuesto Especial sobre la Electricidad,
el más importante de todos, la fiscalidad que aplica España (21,49%) es de las más
bajas de Europa.
En una
situación fiscal tan crítica como la española, ese impuesto sobre la
electricidad debería equipararse a la media de Europa.
Lamentablemente,
una subida del tipo impositivo redundaría seriamente en el precio al
consumidor…que ya es de los más altos de Europa a causa de la composición de
nuestro mix de generación energética.
Para un
consumidor español doméstico standard (menos de 5000 kwh), el precio en 2017
fue de 0,228 euros por Kwh. En Francia, 0,171€/ kwh y en el Reino Unido, 0,183.
Hasta
que en España no se racionalice drásticamente el sistema de fijación del precio
de la electricidad…hay pocas posibilidades de incrementar el tipo impositivo
sobre el consumo.
En
cuanto al Impuesto Especial sobre Hidrocarburos,
la fiscalidad española es, de nuevo, de las más “generosas” para con los
consumidores.
En
cuanto a la gasolina standard Sin Plomo de 95 octanos, con una imposición
fiscal del 52,07%, sólo tenemos con impuestos más bajos a las “joyas de la
corona” : Rumanía, Polonia y Hungría.
Por lo
que respecta al Diésel, la fiscalidad sencillamente la más generosa : una imposición fiscal del 47,23%.
Con
razón España “presume” de tener el Diésel más barato de Europa y una de las gasolinas
más baratas. Así, cualquiera.
Es
evidente que en el campo de los Impuestos Especiales sobre los Hidrocarburos
hay todavía un amplísimo margen de mejora de la recaudación fiscal. Será muy
impopular, como siempre, pero es imprescindible.
Y en
relación a los Impuestos Especiales
sobre el Tabaco y el Alcohol… no hay explicación racional para que España
siga siendo el paraíso europeo de los precios baratos por lo que respecta a
fumar y beber. Una generosidad que, en buena parte, se debe a la baja
imposición fiscal sobre estos productos.
Así que
cuando en Septiembre comience la batalla de los presupuestos y el consiguiente
debate sobre las subidas de impuestos, cuando el PP y Ciudadanos se desgañiten
clamando contra el “supuesto saqueo fiscal” del gobierno socialista…tendremos
que sacar a relucir nuestros valores socialdemócratas en apoyo de la
redistribución de la riqueza y la solidaridad, sin tibiezas de ningún tipo.
Somos
socialistas…o qué?

No hay comentarios:
Publicar un comentario