Esta sorprendente (?) noticia del
periódico Levante-emv, de Valencia, se basa en los datos del informe Desigualdades en salud en la Comunitat Valenciana, elaborado
por la Dirección General de Salud Publica de la Consellería de Sanitat.
Según el informe, los valencianos
que nacen y viven en las inmediaciones de la estación de La Cadena de la línea
4 del Metro, en el Cabañal, tienen una esperanza de vida al nacer de 73,4 años.
A apenas unos seis kilómetros,
los valencianos que viven alrededor de la estación de Primado Reig, de la misma línea 4 del
Metro, probablemente vivan 79,2 años.
Seis kilómetros, seis años de
diferencia en expectativa de vida. En la misma ciudad.
Y sin embargo, todos estos
ciudadanos están atendidos por el mismo sistema público de salud. Todos ellos
comparten la misma climatología y, en general, las mismas condiciones
medioambientales.
Entonces…¿porqué tanta diferencia
en expectativa de vida?
El titular periodístico apunta
que la diferencia en expectativa de vida está en la diferencia de la renta de los habitantes de ambos
barrios : en los barrios pobres la gente vive menos años que en los barrios
ricos.
La consellera de Sanitat, Ana
Barceló, comenta que “el análisis sistemático de estos datos permitirá evaluar en
el futuro el efecto de las acciones que impulsamos e identificar nuevas necesidades de
acción”.
Lamentablemente,
las “necesidades de acción” que exigeN la reducción de estas diferencias tan
dramáticas en las expectativas de vida exceden con mucho la capacidad y las competencias
de la Consellería de Sanitat.
Aunque la teoría de la renta como
factor básico de las diferencias en las expectativas de vida sea básicamente
correcta, la realidad es bastante más compleja porque la asistencia sanitaria,
con ser fundamental, ni siquiera es el factor básico en el incremento de las
expectativas de vida. Al menos en el llamado Primer Mundo, al que sin duda
pertenece la Comunidad Valenciana.
En efecto, el factor esencial
para la mejora de la Expectativa de Vida (y más aún, para la mejora de la
Expectativa de Vida en Buena Salud) lo constituyen los llamados “hábitos de vida”, que incluyen la
alimentación saludable, la ausencia de drogadicciones como el alcohol y el
tabaco, la realización de ejercicio físico y abandono del sedentarismo, el
cuidado del sobrepeso, etc.
De estos hábitos de vida dependen hasta un 43% de las posibilidades de
mejorar la Expectativa de Vida.
Y sin embargo, el fomento de
estos hábitos saludables solo merece la inversión del 1,5% del Presupuesto de
Sanidad.
Otro factor esencial para la
mejora de las expectativas de vida lo constituyen las condiciones
medioambientales, el “entorno”, que
incluye las condiciones de salubridad del territorio, la calidad del aire, la
contaminación sonora y lumínica, la calidad de las aguas superficiales y
subterráneas, etc.
La influencia de este factor
“entorno” en la reducción de la mortalidad se estima en un 19%...mientras que
solo merece una atención presupuestaria del 1,5%.
En cambio la Asistencia Sanitaria, que consume más del 90% de los gastos
imputables a la mejora de la salud, apenas tiene un impacto del 11% en la
reducción de la mortalidad y, por tanto, en la mejora de las expectativas de
vida.
Todos estos datos proceden del
análisis del prestigioso DENVER GEA Group
y se refieren a las sociedades desarrolladas.
Es obvio que no pueden aplicarse
linealmente a cada país o cada Comunidad Autónoma o a cada ciudad y cada barrio…pero
desde luego iluminan con mucha potencia la realidad de las escasas
posibilidades de incrementar drásticamente las expectativas de vida de la
población desde la orilla exclusiva de la Atención Sanitaria.
Pero también proporcionan una
esperanza : no hay una relación biunívoca entre el nivel de renta y la
expectativa de vida.
En ningún sitio está escrito que
por ser más pobre haya que morirse antes. Y los datos de la Organización
Mundial de la Salud lo demuestran claramente.
El paradigma es Estados Unidos :
tiene una de las rentas per cápita más elevadas del mundo (52.900 €)…pero la
expectativa de vida de sus habitantes es bastante mediocre en el contexto de
los países desarrollados : tan solo 79,3 años.
Y lo que es casi peor : sus
expectativas de vida con buena salud tan solo llegan a los 69,1 años.
En el otro extremo está España. Tiene
un nivel de renta de menos de la mitad que EEUU (25.100€) pero los españoles
esperan vivir 82,8 años, casi cuatro años más. De ellos, 72,4 en buena salud..
Y no solo España : los habitantes
de Cuba, Grecia y Portugal, por ejemplo, son incluso más pobres que los
españoles pero viven también bastantes más años que los norteamericanos. Y en
mejores condiciones.
La tabla adjunta de países
seleccionados ordenados por nivel de renta muestra otros casos reveladores.
Ninguno de los tres más ricos
(Estados Unidos, Irlanda y Noruega) figuran entre los más longevos, aunque es
cierto que los tres siguientes en riqueza (Australia, Suecia y Dinamarca)
tienen excelentes expectativas de vida.
Pero además de España, también
Grecia, Portugal, Italia, Japón o Francia e incluso Cuba, superan ampliamente
la expectativa de vida de los norteamericanos.
Definitivamente y como es lógico,
el nivel de renta en sí mismo no es el único y ni tan solo el principal de los
condicionantes de la expectativa de vida.
Lo que sí que es cierto es que el
bajo nivel de renta suele encontrarse asociado a otros factores que sí que son
determinantes : la herencia genética, el entorno y, sobre todo, el nivel
cultural relacionado con los mejores o peores hábitos de vida, especialmente en
lo relacionado con la alimentación, el sedentarismo , las drogadicciones y la
obesidad.
Está claro que los ciudadanos más
ricos se cuidan más que los más pobres. Entre otras razones porque pueden
permitírselo a nivel económico.
Bajo ese prisma sí que se
explican algunas de las diferencias geográficas en la distribución de las
expectativas de vida, que se manifiestan a nivel de país y a nivel regional
dentro de cada país.
E incluso a nivel de barrios
dentro de una misma ciudad, como en el caso de los barrios de Valencia en el
informe sobre Desigualdades en Salud en la Comunidad Valenciana.
En el caso de España, las
diferencias entre Comunidades Autónomas también son muy importantes (de hasta
tres años) y básicamente reproducen el modelo de que a mayor renta, mayor
expectativa de vida…y viceversa.
Y lo mismo ocurre en el resto de
los países.
Las expectativas de vida, especialmente
de vida en buena salud, difieren enormemente de unas regiones a otras y siempre
estrechamente asociadas al nivel de renta de la región.
Según el Regional Comp Index de la
OCDE, las diferencias en salud entre las tres regiones más pobres de Francia (Pas
de Calais, Picardie y Bretagne) y las tres más ricas (Alsace, Rhône-Alpes y Île
de France) alcanzan el 36%.
Y algo parecido ocurre en
Alemania, aunque las diferencias en salud entre las regiones más pobres (Nieder
Bayern, Sachsen-Anhalt y Lünebrg) y las más ricas (Ober Bayern, Darmstadt y Stuttgart) son menos acusadas, “apenas” del 23%
Las diferencias más abrumadoras
de producen en Bélgica, con hasta un 43% de diferencia en salud entre las
regiones más pobres (Luxemburg prov.,Namur y Hainaut) y las más ricas
(Antwerpen, Bruxelles y Brabant)