jueves, 24 de octubre de 2019

GESTION SANITARIA SOCIALISTA : BALEARES


Para la ciudadanía de Baleares la preocupación por la sanidad pública siempre ha sido máxima…y con toda la razón.
Los años de gobierno del Partido Popular, junto con los recortes originados por la crisis económica colocaron en estado crítico a la sanidad pública balear

Las encuestas anuales del Centro de Investigaciones Sociológicas para el Ministerio de Sanidad muestran claramente que la sanidad figuraba precisamente entre las áreas de mayor preocupación de la población.
En 2014, al final de la etapa de gobierno del PP, nada menos que un 31,5% de la población de les Illes Balears consideraba a la sanidad pública como el asunto prioritario. Una de las tasas más altas de España.

En 2018, tras los cuatro años de legislatura del gobierno de la socialista Francina Armengol (enfermera, por cierto), este nivel de preocupación ha descendido notablemente hasta el 25,5%, incluso por debajo de la media de España.
Ello es así porque en el mismo período la preocupación ciudadana por la sanidad pública ha aumentado en el conjunto de España desde el 28,2% hasta el 29,2%.


¿Qué factores han ocasionado este drástico cambio?

Desde el mismo momento de su toma de posesión, el gobierno de la presidenta Francina Armengol ha situado a la sanidad pública entre sus máximas prioridades.
Gracias a esta determinación se ha pasado de una financiación presupuestaria de  1.075,56 euros por habitante en 2014 a los 1.483,34 euros en 2019.
Un crecimiento del 38% en tan solo una legislatura que ha hecho saltar a la sanidad pública balear desde el furgón de cola entre las CCAA a las puertas del pelotón de cabeza.



Obviamente esta asignación de recursos financieros ha permitido mejorar muchos de los aspectos de la gestión sanitaria aunque por sí sola no explica todos los logros conseguidos.
La política de la Consellería de Sanitat dirigida por la socialista Patricia Gomez respecto a la racionalización en la asignación de recursos y la innovación en los procedimientos y los protocolos han sido factores decisivos.

Desde un punto de vista objetivo, el conjunto de los 33 parámetros cuantitativos que utiliza la Federación de Asociaciones para la Defensa de la Sanidad Pública para establecer el ranking de calidad los servicios públicos de salud de las 17 Comunidades Autónomas  sitúa a la Sanidad Balear en la mitad de la tabla, exactamente en el puesto 9 sobre 17.
A simple vista puede parecer una posición no particularmente brillante…hasta que se analiza el trayecto recorrido en tan solo los cuatro años de la pasada legislatura.
¡Se partía de la posición 14!


Como no podía ser de otra forma, este cambio cuantitativo ha tenido su reflejo en los importantes cambios cualitativos en la opinión de la ciudadanía la Comunidad Autónoma de Baleares.
En efecto, no solo ha descendido de forma notable el nivel de preocupación de la ciudadanía por la sanidad.

Los informes del CIS certifican palmariamente la intensidad de los cambios producidos respecto a la evaluación ciudadana, hasta el punto de que en 2019 un 73% de los usuarios consideran muy aceptable la calidad de la asistencia.
En 2014 solo un 58,2% tenía esa opinión favorable.
Este incremento de las opiniones favorables (11,8 puntos porcentuales en tan solo cuatro años) adquiere más relevancia aún si se lo compara con la mejora detectada en el conjunto de España : Baleares mejora justamente el doble que la media de las CCAA.




Con la misma contundencia se manifiesta la ciudadanía cuando se le pide que puntúe de 1 a 10 la calidad del sistema sanitario público.
La “nota media” ha pasado de un 6,24 en 2014 a un 6,57 en 2019.
Entre otras cosas, eso significa que la evaluación ya supera aunque sea por poco la media española.


Es obvio que partiendo de una situación tan crítica como la que heredó el nuevo equipo de la Consellería de Sanitat, todavía quedan problemas acuciantes por resolver.

Se trata especialmente de las demoras en Atención Primaria, las listas de espera quirúrgica y diagnóstica, las bajas ratios de médicos y sobre todo enfermeras, la precariedad originada por la excesiva tasa de temporalidad del personal sanitario (una de cada tres enfermeras tiene un contrato temporal), el importante nivel de externalización de servicios sanitarios asistenciales, las dificultades relacionadas con la implantación del requisito lingüístico en la contratación de personal sanitario, etc., etc.

En todos los casos se han producido importantes mejoras, se ha salido de la UCI y se ha pasado a planta…pero queda todavía un largo camino que recorrer para situar calidad asistencial de la sanidad pública balear a la cabeza de las CCAA.
No obstante la experiencia de los cuatro años de la pasada legislatura permite divisar un horizonte de esperanza bien fundada.

Y con las enfermeras al timón, este horizonte se percibe más cercano. 
Como dice Maria Antonia Font, Directora General de Salud Pública (otra enfermera) “el compromiso es aplicar la metodología del CUIDADO para una sanidad pública universal y equitativa”.

Quedan por delante cuatro años apasionantes.

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